Al son de sus mesmos suspiros

Grabación de los poemas cantados por «una voz sola» en el Quijote de Cervantes

Sebastián León · Canto y declamación

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La conversión de Alonso Quijano en el caballero andante don Quijote suele entenderse como una personificación de la desbordante afición y del placer por la lectura. Cervantes no solamente nos sumerge en un universo lleno de disparatadas fantasías, sino que nos conduce por un mundo cimentado a través de la sonoridad contenida en la prosa y los versos que la componen. La diversidad de voces presentes en el Quijote trazan el camino del lector a través de esta obra, y si recordamos que en los tiempos de Cervantes la lectura en voz alta era una de las principales vías de difusión de obras literarias, la voz que lee la novela —que bien suele ser la propia— es la que da vida a toda la paleta vocal y de personajes presentes en ella.

Junto a las reminiscencias de romances viejos que motivan e inspiran al Quijote para aventurarse por el mundo, la inserción de poesía compuesta por Cervantes en su novela es fundamental para exaltar la naturaleza afectiva y oral. En contraste con la prosa narrativa, la poesía lírica aparece mayormente cuando las voces cantan, como no podría ser de otra manera. Esas voces que «cantan y encantan» son el despliegue mismo de la condición amorosa hecha música, aquellas melodías que Cervantes tenía en mente y que la gente de entonces era capaz de recrear. Dentro del cancionero poético del Quijote sorprende la específica acotación que remarca que en varios momentos de la obra se canta «sin acompañamiento de instrumento alguno», y cuando lo hace por última vez nuestro hidalgo lo hará «al son de sus mesmos suspiros».

Nunca sabremos si estos textos fueron realmente cantados al hacer las lecturas del Quijote, pero son la excusa perfecta para imaginar su posible música y su transmisión por medio de una voz solitaria, delimitando así la palabra poética sin ningún elemento adicional más que su propia resonancia, reforzada a través del canto. La música utilizada para esta recreación está conformada por melodías que seguramente no eran ajenas a Cervantes, tal es el caso de las del vihuelista y compositor Alonso Mudarra quien compuso piezas que, a buen seguro, se imprimieron para servir de base y modelo a otros poemas de las mismas características utilizando la técnica del contrafactum, como aquí lo hacemos. Otras melodías presentes son improvisaciones o variaciones sobre patrones bien conocidos en la época, como las distintas variantes de la danza de La folía o los sencillos trazos melódicos para “recitar cantando” los bellísimos ovillejos de «¿Quién menoscaba mis bienes?». Muy diferente es «Amor, cuando yo pienso», el «madrigalete» que Don Quijote «compone en la memoria», pues se trata de una traducción casi literal de un poema de Pietro Bembo, al cual el compositor italiano Girolamo Scotto compuso distintas versiones, una de las cuales se cantan aquí adaptadas al texto cervantino. Se introducen estos poemas cantados con las respectivas prosas que los enmarcan, para intensificar las distintas etapas de la voz en la novela. Se añaden, además, dos poemas que, a pesar de no pertenecer al grupo de los cantados a cappella en la novela, complementan el abanico poético el gracioso soneto laudatorio a Dulcinea del Toboso, cantado aquí, reforzando el guiño, sobre una melodía compuesta originalmente por Diego Pisador para un fragmento de la Égloga III de Garcilaso, así como un soneto que lee Lotario, a imitación de un poema de Petrarca.

Este breve pero fascinante proyecto ha sido grabado en la Georgskirche en Haltingen, Alemania, por Clara de Asís, con la asistencia artística de Mara Winter, y ha sido patrocinado por la Universitat de Barcelona.

 

Extracto de audio («Marinero soy de amor» · Improvisación sobre La folía)